Quisiera ser como esa vieja dama,
libro de piel y huesos
y el pelo ensortijado con los versos
que azules van brotando sin descanso.
La radiante uruguaya cervantina
imagina palabras mientras duerme.
Y en sueños los poemas aletean
alrededor de la lámpara y la cama.
Quisiera ser como esa vieja dama,
al menos un resquicio de sus ganas
y su sabiduría.
Un porcentaje nimio de su esencia,
la línea de un soneto, la gota en su garganta,
un mínimo trocito de su alma.