Quise ser el zorro de El Principito
y que me amaestraran
y esperar impaciente una llamada.
Quise ser Cenicienta y Blancanieves,
la Princesa del Guisante,
Campanilla enamorada, la Sirenita varada…
Quise ser tanta gente.
Quise vivir historias en planetas brillantes
donde nadie se muere,
donde nadie es cobarde,
donde la vida pasa sin quitarse los guantes.
Y al final,
después de tantos cuentos,
solo quise ser yo:
pequeña, independiente,
a veces de colores, a veces más oscura
e ingenua hasta los dientes.
Por Noemí Martín González.