RÉQUIEM*
A José Hierro, que me es tan querido,
pidiéndole disculpas por adelantado.
Jorge Trujillo, natural de
Canarias, fallecerá un día (o noche)
de algún año, a consecuencia
de su mala suerte. Su cadáver
será el muerto más vivo
durante instantes de segundo.
Se dirá una misa cantada
por deferencia a algunos familiares.
Es una historia que comienza
con mar y piedra, y que termina
¿Quién sabe dónde termina?
pero con karaoke y vino de por medio.
Es una historia que comienza
en medio del bello Atlántico,
continúa en un avión de Iberia
en clase turista, sobre las nubes,
sobre las olas de un cielo
sometido a nuestra voluntad.
No halla (espero) en Madrid su término,
porque aunque haya grúas y clínicas
no existe ninguna iglesia St. Francis.
Al fin y al cabo, no cualquier sitio
es adecuado para morir.
El que se muere en un cajero,
ahogado en oro o en deudas,
el solitario sin herederos…
No es lo mismo en las autonomías
que un cuerpo pague sucesiones
en Madrid, en Castilla o en Canarias.
Lo doloroso de morir
es pagar acá o allá…
Requiem Aeternam,
Jorge Trujillo. Sobre la ceniza
en su destino pasta el viento
de los alisios. Jorge, y la cerveza
(funeral de tres días,
caja que huele a pino del bueno),
cuarenta millones. Y han puesto
unas «cervezas» Cruzcampo
entre las otras que bebieron
y eran «sin»… Libérame Dómine
de tan mala gente… Cuando mueran
Sergio o Andrés verán las Dorada
que pagaron Luis o Miguel.
Ahora desciende a tus riquezas
la Agencia Tributaria. Res Publica Irae.
Lo doloroso no es morir
Dies illa, acá o allá,
sino con patrimonio…
Tus abuelos
emigraron a América toda
en busca de solución a su ayuno.
Cuando caía un canario
ni se enteraba el universo.
Los velaban no en Catedrales
de capitales de provincia, sino
entre hogueras, en pequeñas chabolas
precarias. Anónimos para siempre.
Estatuas nunca talladas. Vestidos aún
de su entusiasmo y su nostalgia
por la tierra de su infancia.
Yo no caeré así. Moriré por
alguna locura hermosa.
(Hace mucho que el canario
muere entre flashes y locura,
o en la tranquilidad pasmosa
en su cama: cuando derrama una
lágrima se desgarra todo su pueblo).
Vine un día porque mi tierra es pobre.
El mundo Liberame Domine es patria.
Y habré muerto. Quizá fundé ciudades.
Daré mi nombre a un planeta. No haré
más que morir porque no me quedará
más remedio (otros pensarán que por
aburrimiento).
Y en mi archipiélago me visitarán
los ingleses, los alemanes,
los baleares, los que crearon
los hoteles en el Sur.
Requiem Aeternam.
Definitivamente nada (por ahora)
ha terminado. Mi cadáver
aún está bien vivo,
joven aunque en remisión, y decadente.
Necesitado de una misa cantada
por mi hígado y mi alma.
Me he limitado a reflejar aquí
Lo que me dijo una medium de Teror.
Objetivamente. Sin vuelo
en mis logros. Objetivamente.
Un canario único entre millones
de canarios. No le he dicho a nadie
que me he quedado corto con respecto a la verdad.
JTP
*El presente poema no es más que una adaptación barata (¡y tan baratadel poema «Requiem», de José Hierro (disponible aquí: https://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/hierro/voz/requiem.htm). A pesar de ello, no puedo dejar de tenerle cierto cariño a la sexta estrofa, por ser una verdad que afecta al pasado de todo canario y que muchos pretenden olvidar con demasiada facilidad. Sin nada más que añadir, si les ha gustado la copia, recomiendo encarecidamente el original.