Mar y fuego, negro y mar.
Mar oscuro, negra arena
mi tierra no es sólo tierra,
mi tierra es arena y mar.
Echada entre dos mareas
se arrulla su soledad:
una orilla de sal y roca,
otra de alisio y pinar.
Respira un aliento azul
sobre la arena brillante,
la luz abierta se pierde
en horizontes de mar.
Momentos en la memoria,
de la marea que borra
las huellas sobre la arena;
y de los callaos que murmuran
cuando la ola se va.
Mar y fuego, negro y mar.
Mar oscuro, negra arena
mi tierra no es sólo tierra,
mi tierra es arena y mar.
Agua que exhala el viento
viento que moja la tierra
tierra que nutre la vida
que camina, trabaja y sueña.
Olas de viento susurran
sobre las vencidas ramas;
las nubes arropan los montes
en movimiento infinito
de laurisilvas mojadas.
Caminos entre los riscos
que se abren al sur y al norte,
cada ladera su pueblo
cada pueblo su nombre.
Mar y fuego, negro y mar.
Mar oscuro, negra arena
mi tierra no es sólo tierra,
mi tierra es arena y mar.
Los valles se dejan dormir
sobre el azul sin fronteras.
amontonadas nubes sin fin
sin inviernos ni primaveras.
En los muros empedrados
y en el barro entre las tejas,
los verodes taciturnos
lloran la lluvia que deja
una mañana nueva
oscura de musgos y nieblas.
Sombra blanca que cala
como un espectro de agua
por los barrancos del alma.
Mar y fuego, negro y mar.
Mar oscuro, negra arena
mi tierra no es sólo tierra,
mi tierra es arena y mar.
Monstruos de lava atrapados
en desiertos de picón y arena
rajado calor rojo y negro;
frío de millones de estrellas.
Hacia los picos más altos,
al borde del camino seco
que se pierde y que se encuentra
por gargantas de barranco
entre las lenguas de piedra;
todo se detiene absorto
en un lagarto somnoliento
inmóvil sobre la tierra
como si fuera su dueño.
Mar y fuego, negro y mar.
Mar oscuro, negra arena
mi tierra no es sólo tierra,
mi tierra es arena y mar.
Heladas de luz se yerguen
sus cimas sobre los vientos
meditando su inmensidad:
el sol sobre la mirada,
su mirada sobre el mar.
Tierra viva y encendida
mar y fuego, negro y mar
abrigando nuestros siglos
a latidos de volcán.
JDL